viernes, 1 de octubre de 2021

Confusiones

Marina duerme desnuda. Su piel, acostumbrada a las heladas de Minsk, soporta sin erizarse las madrugadas de noviembre en Dallas.  Le parecen incluso cálidas y sonríe cuando me ve taparme y tiritar. 

Esta vez no es por el frío. Mi cuerpo se estremece porque he vuelto a tener la misma pesadilla, pero no se lo digo. No le gusta que hable de ello. Dice que los sueños a veces son premonitorios.

Me levanto sin quebrantar el silencio de esta aún penumbra matinal y mientras retengo en la boca el sabor del último sorbo que le he dado al café, me visto.  Me gusta ir pronto al trabajo, llegar antes que mis compañeros, disfrutar a solas del olor de los libros nuevos, hojearlos e impregnarme del tacto inmaculado de sus letras en mis manos. 

Me corto con la cuchilla al afeitarme y una gota de sangre deslizándose hacia mí cuello me lleva de nuevo a mí ensoñación. Al estruendo de los disparos, al bullicio del gentío, a las sirenas desgarradoras.

El timbre de la bicicleta del chico que reparte los periódicos me devuelve a la realidad. Salgo al porche y sonrío. El chiquillo, y mira que se lo he dicho veces, no termina por aprenderse mi nombre. "Lewis", ha vuelto a escribir con lápiz en el periódico, al lado de la fecha, 22 de noviembre de 1963.

Antes de que comience a pedalear de nuevo le grito: 

- Eh, muchacho. ¡Lee, soy Lee Harvey Oswald!


#HistoriasdelaHistoria



jueves, 5 de diciembre de 2019

AdHerida

En el acantilado, justo al borde del mar, la roca le implora a las nubes algunas gotitas para que su vetusta piel se erosione un poco más.
Sabe que es sólo con la lluvia, cuando la lapa se adhiere a ella con un leve cosquilleo y le hace sentir que no es de piedra.



miércoles, 27 de noviembre de 2019

Alfabete-ando

Amor, besaste como deseo el fulgor grácil.
Hundiste ilusiones.
Juegos Kafkianos.
Las madrugadas,  nimias, ñoñas.
Ósculos por quimeras.
Roces, senderos trémulos.
Ultimo vacíos whiskeys.
Xilógrafo yermo,
zozobro


martes, 19 de noviembre de 2019

Partículas Alfa

     En su espacio cósmico hacía años que no brillaba  nada, ni siquiera el suelo recién encerado de la sala donde se ubica el péndulo de Foucault. 
     Un martes cualquiera, aún no se explica cómo, apareció él en el observatorio astronómico en el que ella trabaja como limpiadora desde hace años. Quizá producto del caos o como germen del origen, del infinito, de la inmensidad, quien sabe, pero como dos nebulosas sin rumbo, colisionaron sus vidas
     Ahora se ven a escondidas. No tanto porque asuman que sus diferencias físicas puedan resultar chocantes a los ojos de cualquiera, sino por él, por esa extraña manera tan suya de entender las relaciones de pareja; sin tapujo alguno, sin reservas ni disimulos. Él es un exótico colonizador, un invasor a todas luces, un adorable bárbaro ya en la intimidad. A ella le gustan sus manos, adheridas a su piel como ventosas, y esas orejas verdes puntiagudas que le prestan atención cuando le dice: el espacio sideral será muy grande pero a mí me gustan las distancias cortas.

Relato seleccionado por la Microbiblioteca para su edición 2019.

domingo, 17 de noviembre de 2019

¿Pronas o supinas?

“Y así, como un “cueces o enriqueces”, o como un “de ciencias o de letras”, me hiciste esa pregunta desde el asiento de al lado en la sala de espera, y yo, absorto únicamente en tus labios y olvidando el callo bajo el pulgar derecho, que me había llevado a aquel podólogo, acerté a contestar casi por inercia... Prono. Yo, prono; que no sé ni lo que es pero que, para mí, fue como si pudiera contestarte “Sí, quiero”, así, sin conocerte de nada pero ansiando saber todo de ti. 
Entraste tú primero en la consulta y pegué mi oreja a la puerta. Descubrí tu nombre, tu exploración articular y muscular, tu análisis dinámico de la postura y de la huella del pie. Quise ser tus nuevas plantillas y acompañarte a esa carrera que no recuerdo bien si te escuché decir que era de Piolín o de Silvestre.”

Primer premio en el Concurso de relatos "San Silvestre Salmantina 2019"