El mismo día en que papá falleció, heredé su gesto adusto, la
mirada esquiva, sus trajes de marca, las llaves del coche, las del despacho,
sus cachivaches y sus mentiras.
Contraje además todas y cada una de sus deudas, y no, no me
refiero a las económicas, que en casa teníamos aseguradas las habichuelas con
su salario de Juez Decano, sino a las otras, a las que te embargan la vida sin
indulto posible.
Expectante, abrí emocionado el candado del secreter que siempre
me fue vetado. Cajones y cajones llenos de cartas bien ordenadas. Primero por
fechas, después de forma alfabética.
Cartas provenientes de distintas nacionalidades, diferentes
edades. Cartas de colores, otras austeras. Cartas con remite, otras anónimas.
Unas con reproches, otras de felicitación, muchas de ellas empalagosas.
Cartas todas ellas de hombres.
Cartas, todas ellas de amor.
Cartas, todas ellas de amor.
Este texto lo presenté sin éxito al concurso de microrrelatos de Abogados tras ver esta excelente obra de teatro. Las palabras obligadas eran Cachivache, empalagoso, candado, decano
y deuda
¡Pues ellos se lo perdieron, y nosotros lo disfrutamos! Me ha parecido un micro estupendo, Raquel. Me ha gustado mucho el giro final con el que rematas la historia. Ganas me dan también de ver la obra que comentas... Enhorabuena.
ResponderEliminarExcelente relato Raquel. Me ha gustado mucho y ese final es como un zarandeo en toda la cara. Felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Tambien heredó sus secretos y quien sabe si algo mas...
ResponderEliminarBuen relato Raquel; nos dejas un buen final al que darle vueltas.
Buen trabajo.
Un saludo.
Primorosamente injertadas las palabras en un texto que revela una naturaleza oculta de un hombre que nunca dejó de dar lo que se esperaba de él.
ResponderEliminarMuy buen texto.
Un abrazo
Pues a mi me parece que 'sin éxito' solo es una pequeña circunstancia temporal en un marco reducido, porque tu relato es grande, hermoso y de los que quedan en la memoria. Precioso, Raquel, fantástico. Un beso.
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