El mensaje era claro, conciso, breve y letal: no insistas,
decía, y la voz se hacía un hueco en el estruendo.
No sigas, y cada fonema lo
dibujaba un cincel desnudo esperando el golpe seco del martillo.
Al fin el portazo, el silencio sonoro, abrumador, las manos soldadas
al móvil, el oído pendiente de las escaleras que ya sólo bajan, el pitillo
consumiéndose con su carmín todavía impregnado, las manecillas del reloj en
fase de ebullición, y la palabra perdón acechándole aún en la nuca, orgullosa en
su silencio, con el filo introduciéndose en sus costillas.
Ilustración: Edward Hopper
Un puro juego, para leer despacito, saboreandolo, al menos un par de veces.
ResponderEliminarUn micro de fácil lectura y bastante abierto, en el que se mezclan el sabor a victoria a derrota y en el que no sabemos si ese filo dentro de las costillas significa una huída o un principio.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Besos.
Bueno chica, tus micros son muy bonitos. Tienes de tu parte a las musas y se nota siempre. Excelente trabajo.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Pura prosa poética Piel...me ha encantado!
ResponderEliminarEl perdón es un arma de doble filo (a veces)...
:)
Ah por cierto, se me olvidaba, Hopper es de mis favoritos. Buena elección.
EliminarAlguien que se va de nuestra vida y nos deja un regusto a ira y arrepentimiento por haberle despedido con cajas destempladas. Una ilustración genial y acorde con tu buen texto.
ResponderEliminarUn abrazo