Como dijo el César al pasar por el Rubicón, la suerte está echada.
MICRORRELATOS FINALISTAS DEL CONCURSO RELATOS EN CADENA. EDICIÓN 2015-16
11 de julio: a
partir de las 18.00h
Final anual del concurso Relatos en Cadena, de la Ser y la Escuela de
Escritores.
Estrago
Mafalda
Bellido (Junio)
Como si de una plaga venenosa se tratara fue subiendo, monte arriba y se llevó
todo por delante, las cortezas de los árboles, los árboles, los jabalíes que se
rascaban en las cortezas de esos árboles, la mariquita que se resguardaba bajo
esa corteza y hasta la flor de jara en la que la mariquita descansaba. El ruido
cesó y todo cambió. Ahora todo es gris. A veces lo enmascaran de blanco o de
otros colores que imitan a otros colores; azul mar, verde pino, rosa jara, pero
debajo todo es gris. Gris cemento.
Letras de
Oriente
Letras de Oriente
Paloma
Casado (Mayo)
Desde el otro lado del planeta llegan las cartas que recibe periódicamente.
Cuando abre el buzón y encuentra un sobre escrito con esa letra extraña, siente
un regocijo que creía olvidado. Luego extrae con cuidado la cuartilla y lee sin
comprender. A veces encuentra dibujado un corazón, un pájaro o una flor de
almendro y por eso sabe que son cartas de amor. Las guarda ordenadas en un
cajón y algún domingo por la tarde, las abre y olfatea su perfume de madreselva.
Le hacen tanta ilusión, que no piensa devolverlas ni decirle al cartero que en
esa casa no vive Mizuki Tanaka.
Cosas que hacer
Raquel Lozano (Abril)
Acuérdate de lanzar mis cenizas al mar, de llevar al niño los lunes a
inglés y los miércoles a natación. El jueves le ponen la vacuna y el viernes
tiene revisión. No olvides regar las plantas ni sacar a Troylo a pasear antes
de las 8 que si no, se lo hace encima. Recuerda que en mayo siempre se nos
achucha el mes porque viene el seguro del coche y el tuyo de la caza. Haz
verduras de vez en cuando, y pescado, que es más sano.
Ah, compra lejía y frota con agua fría la sangre; es como sale mejor.
Guerra de neologismos
Arantxa Portabales (Marzo)
Serán solo cien palabras. Las esconde en su mesilla de noche. Durante el
día, todas las que usa son inofensivas. Como por ejemplo “lavadora”,
“macedonia” o “cucharón”. Las otras, las usa solo en la habitación. Si intento
tocarla, abre su cajón y me grita: “Pilíapo” “Mustrode”, “Calíproce”… Yo
contraataco inventándole piropos: “Polimposa”, “Malíbula”… Nunca funciona. Hoy
decidí pedirle perdón. Así sin más. Se ha enfadado muchísimo. Ha sacado del
cajón su peor insulto y lo ha silabeado furiosa: “PI-LI-CA-TRA-LLO”. Cuando se
pone así, no hay manera. Lo que daría porque fuese ya de día y su dulce voz me
susurrase “lavavajillas”, “espumadera” o “colesterol”.
Un hombre honrado
Manuel Menéndez (Febrero)
Vivir a lo grande de los bienes gananciales nunca fue su objetivo, había
sido una enamorada fiel hasta hoy, me confesó entre lágrimas mientras yacíamos
exhaustos y desnudos. Tras meses de aburrida vigilancia, aquella tarde le había
desvelado el encargo de su millonario marido, y tras la desconfianza e
incredulidad, llegó la rabia que dio paso al sexo salvaje. Me vestí
contemplando su joven y hermoso cuerpo. Después, le disparé a quemarropa y salí
del hotel. El viejo me pagaba por saber si ella tenía un amante, cierto, pero
también por matarla si lo descubría, y yo era de los pocos detectives honrados
que quedaban en la ciudad.
Amantes
Ernesto Ortega (Enero)
Pero nunca, sin saber bien por qué, dejarán de mirar hacia arriba cuando
salgan del motel. Quizás porque lo único que desean es que, por fin, un rayo
les caiga encima y les parta en dos, para que una mitad pueda volver a casa con
sus mujeres y la otra subir de nuevo a la habitación.
Patera
Carmen Quinteiro (Diciembre)
Las besa con suma conciencia para no equivocarse entre tantas cabezas.
Puede que sea la última vez que besa a sus niñas pero la idea ha dejado de
dolerle hace días. Ellas, ajenas, juegan a sacar con un pequeño vaso de
plástico el agua que va entrando gota a gota en la balsa. Y ella, jugando
también a no morir, les dice que cuando lleguen, ya verán, van a ir a comprarse
un vestido nuevo y un helado.
Las madres
Asun Gárate (Noviembre)
Vuelven a ser invisibles y se cuelan de noche en las habitaciones de sus
hijos. Sigilosamente, para no despertarlos, se acercan a sus camas, los miran
con ternura, los arropan o los desarropan –según la temperatura del cuarto–,
les acarician la mejilla, les tocan el pelo, les besan en la frente. Les
susurran al oído que les quieren. Después, recogen del suelo las zapatillas,
los vaqueros, la sudadera. Encuentran su móvil. Observan la pantalla. Quizás no
haya cambiado su antigua contraseña. Quizás sigue siendo un niño. Su niño. Las
madres suspiran, les piden perdón y salen sigilosamente de las habitaciones de
sus hijos.
El espectador
Ana Sarrías (Octubre)
El puñetero ojo de la cerradura sigue rozando. Pero mi llave abre de todos
modos, como siempre. Me descalzo y voy cruzando de puntillas el pasillo hasta
la habitación de los niños. Están preciosos. Parece mentira todo lo que han
crecido en un año. Les doy un beso en la frente y les arropo. Después entro en
la habitación de los padres. Me acerco hasta su cama y les observo conteniendo
la respiración. Me pregunto por qué no pudimos ser nosotros. Cómo se torció
todo. Y cómo es que nunca cambiaron el bombín.
El desafío
Luz María Leira (Septiembre)
¡Cuánta fuerza y qué poca puntería tuvo el camello, para privarse de agua
hasta desinflar sus gibas, para enroscarse el pescuezo, para arrancarse los
dientes y retorcerse e introducir en su boca no solo el rabillo piloso sino
también, una por una, sus cuatro zancas unguladas, para en esta sufrida
posición de contorsionista chino apretarse y fruncirse y plegarse a sí mismo
tantas veces doloridas que perdió la cuenta entre estertores, para convertirse
en raquítico, en migaja, en miniatura, en pigmeo artiodáctilo, en microscópico
átomo de camello exultante y conseguir contra cualquier pronóstico divino inadmisible
traspasar de una maldita vez el puñetero ojo de la cerradura!