Se puso el vestido de los domingos,
el último que ella le compró antes de marcharse.
Colocó un barquito de papel
sobre el lienzo, apretó sus coletas y se encaramó a la proa.
Sopló todo lo
fuerte que pudo hasta embravecer las olas y alcanzar las nubes y el pelo de
mamá.
Muy tierno. Ese apretarse las coletas es genial. Y el dibujo, que no sé de dónde has sacado, le viene como anillo al dedo.
ResponderEliminarPor un lado resulta entrañable; por otro, te golpea. Será porque es bueno a rabiar.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
Me encanta Raquel es precioso y muy visual eres una fenómena con el micro
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