De un certero bocado,
le arrebató un beso, uno de esos que se daban cuando la llama de la pasión no
había hecho estallar aún la rutina por los aires; uno de esos que llenaba la
estancia, ahora diáfana, de lo que fue su alcoba durante años.
Desde hace tiempo él
duerme en el sofá, y ella, muchas noches, en la cama de su mejor amigo, pero
aun así, cada dos años, reparan grietas, sanean humedades y pintan de mentiras
las paredes, por si algún día tienen visitas
Imagen tomada de la red
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