En el lugar más recóndito de la isla hay una radio
antigua que emite mensajes cifrados al atardecer.
Los marineros explican a los curiosos tal
circunstancia con leyendas de sirenas y nereidas, los enamorados creen
comprender bellas palabras de amor, los escépticos lo atribuyen a una maniobra
para atraer turistas y el farero, desde su privilegiada situación, la ve
acercarse en una barca, desnuda entre la luz crepuscular, con una caracola en su boca, para
implorarle nuevamente que todo fue un error, que no lo haga.
Fotografía cedida por Esteban Burón
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