Como un maleante de tres al cuarto, acecha expectante que
los sistemas de seguridad fallen por arte de birlibirloque. Se asegura de que
los vigilantes del botín duerman profundamente y de que el perro que atesora la
sala donde se encuentra la caja se entretenga con la pelota de colores que le
lanza al abrir la puerta.
Conoce la condena, no es su primera vez. Sabe que el incumplimiento de la Ley
puede traerle severas consecuencias. A pesar de todo Marieta Ordóñez, hija del
implacable Juez Ordóñez, aprieta con fuerza sus coletas y de un solo salto se
aferra al taburete que le alcanza hasta el tesoro y se atiborra de bombones.
Tras el atracón del siglo duerme plácidamente a sabiendas de que mañana tan
solo será un presunto malhechor junto a sus cuatro hermanos.
Relato seleccionado por la Abogacía Española. Pulsa AQUÍ
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