No había vuelto a tener un sueño erótico
desde que me separé de Gustavo tras encontrarle apareándose con la más ñoña de sus
alumnas de flauta travesera.
Los detalles oníricos de esta noche
apenas los recuerdo. Lo que me ha despertado ha sido el pálpito taquicárdico de
mi pecho y una agitación lasciva en mi pubis.
Al deslizar mis manos bajo las sábanas
al objeto de introducirlas por mi ropa interior, me he topado con una negra y
una blanca; nada sorprendente en la cama que compartimos tantos años. Lo realmente
novedoso ha sido encontrarme con una corchea.
Para la copa ENTC con cuadro de Gaston La Touche (El sueño)
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