Como un bigote a lo antiguo, debajo de su nariz, pega un
trozo de fieltro negro que encuentra bajo la pata de una silla.
Acciona la palanca, abre el cerrojo e inserta el peine con
cinco balas. Seguro que sobran cuatro, pero toda precaución es poca.
Apoya el Mauser sobre su hombro, no le temblará el pulso
como hace 60 años.
Vuelve a errar. Los ojos de su rehén le devuelven aquella
temblequera, aquel impulso a salir corriendo y cae al suelo.
Los cuidadores del asilo corren en su ayuda.
Preso del pánico, aún mantiene el palo de la escoba en sus
manos.
Imagen: Werner
Bischof / Magnum Photos. Alemania 1945
Mal consejero es el odio. Muy buen final, me ha gustado mucho. Felicidades y suerte para la próxima.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Excelente micro. Enhorabuena.
ResponderEliminarY a mi que los bigotillos estos con 'reminiscencias'me dan repelús...pero el tuyo es francamente bueno. Un beso preciosa.
ResponderEliminarCon algunos no se sabe, si perdieron la cabeza con el tiempo, o nunca la tuvieron. Me engancha el ritmo que le das al relato Raquel.
ResponderEliminarUn beso en la piel.
Muy bueno.
ResponderEliminarFelicidades.
Gran relato Piel. Excelente pulso narrativo y gran final.
ResponderEliminarFelicidades.
Un saludo.
Ese trozo de fieltro negro me parece un puntazo en el micro. Buen intento.
ResponderEliminarUn abrazo,
Me parece un "micrazo". Me llama especialmente la temática que has escogido. Más sentido no se le puede dar a unas letras. Suerte para el siguiente :)
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