Hoy parece que ella tiene la voz todavía más dulce que ayer,
emite un sonido apenas perceptible que considero una provocación.
Me acerco con cautela. A pesar de su apariencia mística, de
su ademán piadoso, tiene un carácter salvaje, animal.
Accedo a su plegaria y sucumbo a sus encantos. Conozco el
riesgo y aunque he valorado la posibilidad de perder la cabeza por ella, soy
incapaz de resistirme.
Tras dos horas de apareamiento, unos niños los encontraron
aún abrazados. Él descuartizado y ella moviendo aún su cabeza presa del placer.
- Son mantis, mamá, son mantis. - gritaron despavoridos.
perder la cabeza es fatal, sea literal o no
ResponderEliminarEl amor mata, je je, o era el deseo.
ResponderEliminarUn beso en la piel.
Bonita experiencia Piel y excelente relato.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Siempre me han fascinado las mantis. Además creo que se lo montan muy bien, como especie digo, ja,ja,ja.
ResponderEliminarUn beso pagano y a por el pozo del hambre.