Le faltarán, al menos, un par
de centímetros para alcanzar la barra del trapecio. En vano estira sus brazos,
cada uno de sus dedos, trata de sentir
el frío del metal en sus yemas.
A pesar de los gritos del
público, escucha su voz. Circunspecta, sobria, serena.
-
Confía en mí, le
dice.
Vendada como una
momia se despierta sobre una cama de hospital. A su lado la paloma, el conejo, el ramo de
flores y una chistera que aún conserva en su interior el As de corazones.
Cosas que pueden suceder en este circo que es la vida.
ResponderEliminarUn saludo