Cuanta fuerza y qué poca puntería, masculla
entre los dientes que aún le quedan en pie.
Lisardo Antúnez lleva ya tres martillazos en los dedos y un colador en la pared. Su pulso titila como vela en la noche y sus ojos no distinguen el vértigo del dolor, aun así coloca finalmente la escarpia en el fondo y a ella sobre la pared. Está preciosa.
Llena a continuación los pulmones y afina con testarudez su puntería. Dispara al retrato un “Te quiero” que impacta con certeza sobre su pecho.
El eco le devuelve un sonoro y vacío “y yo más”.
Lisardo Antúnez lleva ya tres martillazos en los dedos y un colador en la pared. Su pulso titila como vela en la noche y sus ojos no distinguen el vértigo del dolor, aun así coloca finalmente la escarpia en el fondo y a ella sobre la pared. Está preciosa.
Llena a continuación los pulmones y afina con testarudez su puntería. Dispara al retrato un “Te quiero” que impacta con certeza sobre su pecho.
El eco le devuelve un sonoro y vacío “y yo más”.
Felicidades Piel, un Te quiero con mucho gusto...
ResponderEliminarBesosss!!!
"Te quiero" siempre ha de decirse con mucho gusto. Si no, no tiene sentido.
EliminarBesos de vuelta
A eso se le llama dar en el clavo.
ResponderEliminarTierno e imaginativo.
Un abrazo, creadora
Si transmití ternura, dí en el clavo.
EliminarGracias por pasearte por aquí, crack.