Se asomó por la escotilla para ver amanecer. El fuego cruzado había cesado y el color del cielo la transportó al pueblo, al café caliente, a los brazos de su hijo.
Al bajar los ojos, volvió a la sinrazón, a la sangre de los civiles tiñendo de rojo el asfalto.
Escuchó un lamento quebrando el silencio. Salió del tanque apresurada, abrochándose el uniforme que le da de comer y paga su hipoteca.
Encontró con vida al responsable del quejido. Cruzaron las miradas y una ráfaga de palabras que ninguno de los dos pudo entender, las banderas no saben de ascensos ni sustentos.
Le disparó en el pecho.
Imagen tomada de la red
un placer el haberte hallado saludos desde miami
ResponderEliminarEl placer es mío.
EliminarGracias por tu visita.