Cuando se prendieron las
cortinas de la cocina a lo bonzo, los platos y los vasos se desplomaron en el
suelo y tu ropa interior se defenestró hacia el patio de luces. Los cuchillos
sin embargo, corrieron más suerte al salir huyendo, lástima que al paso de su
filo, las fotografías se descuartizaran.
Todas, excepto la de
nuestra mesilla, la que nos hicimos cuando te juré amor eterno. Voy a guardarla
en un lugar seguro, por si las nubes se cubren nuevamente de rojo y las voces
inundan otra vez esta estancia.
Fotografía: N. Estalayo
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