jueves, 8 de septiembre de 2011

Sin Meta

Intentó beber para olvidar, pero cada copa empapaba su álbum de recuerdos con las fotos que no fue capaz de hacer.
En una de tantas resacas de caricias no absorbidas, sus pies le condujeron al asfalto.
Cada paso retumbaba como un golpe seco en la cabeza.
Sin disciplina ni técnica depurada, supo enseguida que había nacido para correr.
Era consciente de que no era más que un acto de cobardía, una huída de su anidado enjambre de desengaños, un efecto retardado de su implacable ocaso, pero le gustó la aceleración trepidante de su pulso, la excitación desmedida de su respiración.
Tropezó con otros pies. No les sintió extraños, podrían incluso ser los suyos propios. No dijo nada... Se sintió bien.