Corría el 82 cuando yo me encaminaba despacio al temible vestíbulo de los 40. Era el año de Naranjito, del Totus Tuus, de la muerte de Chanquete, de Felipe González, pero sin duda, no era mi año.
Había vivido con 3 hombres y me había desvivido por otros tantos. El último me dejó sus preservativos en la mesilla de noche, su sonrisa en el felpudo y como últimos regalos, un embarazo de tan sólo una falta y una canción de Los Secretos, en la radio que me servía de despertador.
DEJAME, cantaba la emisora y el capullo del locutor ensalzaba las letras de aquel grupo mientras la lluvia caía intensa por el espejo ante el que me prometí, tiempo atrás, no volverme a enamorar.
De un manotazo, acallé la radio y me di la vuelta en la cama. El hueco de su ausencia, de la de los otros, de todos ellos, se cubrió de seda y un pellizco en el vientre, me recordó que tenía más de mil razones que valían la pena.
Esta es mi participación en ENTC con el tema "radio" si queréis verlo, pulsad AQUI
viernes, 26 de febrero de 2016
miércoles, 24 de febrero de 2016
Todos los días de tu vida
Cada vez que le hablaba del último sobre
rechazado en el cementerio se ponía como una fiera.
-No puedes escribir allí. Nadie recoge cartas para un muerto.
-Lo sé, amor, pero no puedo evitarlo, contestaba ya más tranquila.
La calma se deshacía nuevamente, cuando sus hijos entraban en la estancia y volvían a reñirla por seguir hablando sola.
-No puedes escribir allí. Nadie recoge cartas para un muerto.
-Lo sé, amor, pero no puedo evitarlo, contestaba ya más tranquila.
La calma se deshacía nuevamente, cuando sus hijos entraban en la estancia y volvían a reñirla por seguir hablando sola.
Fotografía: Chema Madoz
miércoles, 17 de febrero de 2016
Cinco minutos de gloria
Tras cuarenta años
en la administración, Benito López, vigilante jurado del Juzgado, ha pasado siempre
inadvertido. A pesar de su expediente
intachable, nadie lo ha felicitado nunca. Ni cuando a la fuerza y sin uso de
arma alguna, detuvo al preso que trataba de escapar tras su declaración ante el
Juez, ni cuando aquel pobre hombre quiso
vengarse del usurero fiador, intentando clavarle el abrecartas del secretario.
Esta noche, una
cualquiera de un año bisiesto, es su última noche allí. Nadie lo espera para
cenar después, nadie ha preparado una fiesta con palabras de halago y reloj de
oro por su jubilación.
Sólo el espejo del baño le recordará quien es, tan sólo ese reflejo cuadrado será testigo mudo de la única vez que Benito use la reglamentaria. Quizá mañana sí hablen de él.
Sólo el espejo del baño le recordará quien es, tan sólo ese reflejo cuadrado será testigo mudo de la única vez que Benito use la reglamentaria. Quizá mañana sí hablen de él.
Relato seleccionado para la final del mes de febrero de la Abogacía española, podéis verlo aquí.
Fotografía tomada de la red
martes, 9 de febrero de 2016
Un matrimonio de alta mira
Vivir a
lo grande de los bienes gananciales. Sin reloj, sin hipoteca, sin telediarios y
políticos corruptos, sin que insistente,
el teléfono móvil, te recuerde que tienes un montón de Whatsapp sin leer.
Escuchar
el crepitar del fuego, la dulce calma del discurrir del río y pasear desnudos.
Hacer
el amor cuándo y dónde nos venga en gana.
Salir
de caza sólo cuando tengamos hambre y pintar en las paredes para, sin saberlo,
hacer historia. Aunque en un futuro, nos
llamen a nosotros Trogloditas.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Miau
Con sus cenizas en mi regazo, y el luto disipándose en la noche, emprendí el camino del tanatorio a casa, sin más compañía que la de aquel felino que decidió seguir mis pasos.
Dejé entrar al gato en casa. Ronroneó en su sillón, hurgó en mis recuerdos.
Sumisa ante sus maullidos, le serví un vaso de leche y ocupó su lado de la cama. La suavidad del pelaje me sedujo. Sus ojos, verdes, destellantes, embriagadores, como los de él, me hicieron irremediablemente suya.
Me desnudé despacio ante su atenta mirada.
Excitado, comenzó a arañarme suavemente la espalda.
Fotografía: Alberto Medina
Relato para la copa ENTC para verlo en la web pulsad AQUI
Dejé entrar al gato en casa. Ronroneó en su sillón, hurgó en mis recuerdos.
Sumisa ante sus maullidos, le serví un vaso de leche y ocupó su lado de la cama. La suavidad del pelaje me sedujo. Sus ojos, verdes, destellantes, embriagadores, como los de él, me hicieron irremediablemente suya.
Me desnudé despacio ante su atenta mirada.
Excitado, comenzó a arañarme suavemente la espalda.
Fotografía: Alberto Medina
Relato para la copa ENTC para verlo en la web pulsad AQUI
Suscribirse a:
Entradas (Atom)