Restos de lágrimas en las mejillas se precipitan por la
nariz a su boca hasta colarse por ese diente de oro que tantas veces he
tenido tan cerca.
Sor Trini sólo llora una vez al año. El último día de curso,
cuando abre el portón que da acceso a la calle y una a una nos va dando el
último consejo.
-Álvarez repase la
trigonometría este verano.
. Tejerina, a ver si
leemos más…
- Martínez,- hoy
sí le mantengo la mirada. Hoy no me aterra,–Martínez,
repite buscando las palabras. -Sea usted
buena. Y ahí ya, su gimoteo se convierte en hipo.
Fotografía de Alécio de Andrade