sábado, 23 de febrero de 2013

A la comunión, de marinerito


Desde la habitación de su hermanita atisbó la suya, escrupulosamente ordenada y pintada de azul.
En lo alto del armario 3 cajas albergan los regalos de los Reyes Magos. Unas botas de fútbol, el sable láser de la Guerra de las galaxias, monstruos articulados y un revólver que ni pudo soñar  John Wayne en cualquiera de sus películas. Está todo impecable, tan sólo le falta el envoltorio por no decepcionar a sus majestades.
-          Chicos, ¡a cenar!. Clama su madre.
-     Maldita sea, siempre a carreras, me desmaquillaré, pero hoy no me quito los zapatos de tacón. Me sientan tan bien…


martes, 19 de febrero de 2013

WhatsApp


Entre un grupo de amigos, hemos creado un grupo de Whatsapp. Lo hemos llamado “suicidio colectivo”. Hasta ahí, todos de acuerdo. Lo jodido fue ponerle un día al evento. Propusimos una fecha, pero a Mario le coincidía con el cumple de su madre,  Pilu tenía cita para la depilación láser, Rocío alegó que con la menstruación es incapaz de tomar decisiones, varios de ellos incluso se negaron rotundamente porque televisaban en abierto el BarÇa - Real Madrid y para una vez que es gratis…
Decidimos cambiar la fecha. Se barajaron varias, pero todas ellas le suponían a algún miembro una razón de peso similar a las anteriores.
Al final decidimos, ésta vez sí hubo quórum,  que cada uno lo hiciera cuando pudiera. Para no seguir con debates internos, decidimos que el método a utilizar fuera también a gusto del consumidor. 
Mariano rompió el hielo y horas más tarde del primer mensaje nos comunicó su fiasco. Se equivocó con el horario del AVE y un operario de RENFE en labores de mantenimiento logró desatarlo de la vía.
Feli se metió en la bañera con los cuchillos Ginsu de la teletienda, pero las sales de baño y el gel con aceite de almendras impidieron una correcta incisión en sus muñecas.
Me resultó tedioso estar rodeada de tanto fracaso. Ahora estoy en un grupo de “crucetilla sin fronteras” que llena mis tardes de mensajes y mi salón de cuadros maravillosos. Joder con la Torre Eiffel, la de puntadas que lleva.

                       Imagen tomada de la red y "tuneada" 

jueves, 7 de febrero de 2013

Un traje de corte inglés


Decidió que no fuera una sorpresa, que juntos eligiéramos su atuendo para la noche de nuestro aniversario.
A sabiendas de que es mi color preferido y tras probarse cientos de vestidos, elegimos al unísono uno satén púrpura, de corte imperio, entallado y con un generoso escote, que dejaba adivinar sus voluptuosidades.
Estaba preciosa. Le hubiera hecho el amor una y mil veces más allí mismo sino fuera porque nos esperaban para cenar y porque insistió en seguir acicalándose para mí.
En el maquillaje quiso ser pragmática. - una fina base para cubrir imperfecciones-, decía mientras se desmaquillaba una y otra vez hasta elegir la que consideró oportuna; una sombra de ojos acorde con el vestido y un brillo de labios que yo deseaba borrar con los míos cuanto antes.
Pensé que allí terminaban sus preparativos, pero me equivoqué. Una nube de aromas invadió mi pituitaria hasta resolver qué perfume sería el inolvidable. Impregnó multitud de papelitos blancos en fragancias hasta que zanjé. –Este, no saques más, éste me gusta- No recuerdo el nombre, tan sólo sé que seguramente era carísimo.
Una vez conclusos los detalles, me sonrió y quise besarla. Me lo impidió con un guiño. – Estás preparado?, me dijo levantando el vestido y dejando entrever unas playeras que en algún momento fueron blancas.
- Sí, dije con el pulso acelerado.
- Pues corre!!!
 Saltaron todas las alarmas del centro comercial. Los vigilantes, como siempre, nos  siguieron tan sólo hasta la vuelta de la esquina.
En el comedor social alabaron con vítores y aplausos su radiante belleza. Tras la cena, hicimos el amor donde nos conocimos, en ese banco que tiene tatuados nuestros nombres a fuerza de navaja.
Esta noche, los cartones tienen luces de neón, la luna se ha empeñado en bailar con nosotros.