Vuelven a dejarlos debajo de sus camas. Les tengo dicho que
lo hagan así para evitar que puedan golpear los orinales al levantarse.
A María se lo compré rosa, no por distinción sexista, sino
porque es su color favorito, y a Amadeo, blanco, porque es merengue desde que
nació.
Él moja las sábanas de vez en cuando. Le riño pero no me
escucha, está en su mundo. No me preocupa, supongo que son cosas de su edad.
Ella no quiere llevar
pañal, se siente muy mayor.
- No me trates como a
un bebé, me reprocha con las mejillas de mil colores que se pinta cuando me
coge el maquillaje. A pesar de todo, me hace sonreír.
- Mamá, le digo,
¿sabes? Te quiero mucho.