Le he sido fiel durante más de 15 años. Me ha acompañado en
éxitos y fracasos y ahora se sabe no ya segundo plato, sino postre. Me ha escuchado
decir que quiero otra con el apresto y el lustre que ella perdió hace tiempo.
Mi Toga está celosa. Ha decidido ponerse en huelga de brazos
cruzados, de tal manera que en el estrado parezco implacable. No tomo nota, no
articulo más gesto que el de la impotencia, la desesperación y la rabia por el
infructuoso intento del reintegro de mis brazos a su zarandeo habitual.
Sin haberle puesto aún plazo a mi sentencia, y cuando he
podido zafarme de lo que constituye ya una camisa de fuerza, he descubierto en
el bolsillo de mi toga un Recurso de Suplicación que ella me ha interpuesto.
Lo difícil será ahora dictar una resolución que no pase por
ahogarme a mí mismo.
Este relato ha sido seleccionado en el concurso de Microrrelatos sobre abogados que organiza la Mutualidad de la Abogacía.
¡Qué bueno!
ResponderEliminarMe gusta ese extrañamiento y la conversión de la toga en un ser celoso de su posición. Me gustaría leer ese recurso de suplicación, sin duda.
Un abrazo,
Gracias Pedro.
EliminarApenas puede leerse el Recurso. Acabó empañándose de lágrimas, mi próximo reto será descubrir de cual de ellos dos.
Impresionante como le has dado vida posesiva a una simple toga vieja que de tanto juicio librado se ha convertido en una sentencia implacable.
ResponderEliminarMe ha encantado por lo original, trabajado y a pesar de usar tecnicismos propios de la profesión no has ahogado el relato.
Saludos desde Tenerife y te dejo enlace por si quieres conocer mi espacio.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Gracias por pasearte por mis retales y dejarme un comentario tan generoso. Me voy de viaje a tu espacio.
EliminarMuy lindo blog me gusto escrito
ResponderEliminarGenial!!
ResponderEliminarMuy bueno, como todo lo que haces. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias. Pulga, Enrique, sois un cielo.
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