miércoles, 3 de abril de 2013

Valentina, piadosa heroína


En la terracita del salón, Valentina instaló una mecedora en la que pasa las horas haciendo punto. El chirriante sonido de la mecedora se sincroniza con el tintineo de sus agujas entrelazándose en interminables nudos de bufandas. Teje con tal destreza que nunca mira sus puntadas, sino los escotes lascivos que lucen las indecentes jovencitas en un exacerbado culto a la obscenidad.

Valentina sabe que ha venido a este mundo carnal a enarbolar la bandera del  decoro y las buenas formas. 

Cuando los pechos turgentes se avecinan a sus pupilas, extiende su bata de guatiné, se afianza la goma de sus bragas color carne y bufanda en ristre, se lanza desde la terraza cual ave rapaz, al escote de la depravada. Con una pericia sin igual, cubre de recato las voluptuosas formas de sus presas y con la voz quebrada en su propio júbilo grita:

- ¡Que la bufanda te acompañe!

                          Fotografía cedida por Esteban Burón

1 comentario:

  1. muy simpático
    afortunadamente esas señoras... no vuelan, y eso nos salva a todos, porque son terribles e insaciables

    ResponderEliminar