miércoles, 11 de febrero de 2015

Tachín Tachán

Le faltarán, al menos, un par de centímetros para alcanzar la barra del trapecio. En vano estira sus brazos, cada uno de sus dedos,  trata de sentir el frío del metal en sus yemas.
A pesar de los gritos del público, escucha su voz. Circunspecta, sobria, serena.
-         Confía en mí, le dice.
Vendada como una momia se despierta sobre una cama de hospital. A su lado la paloma, el conejo, el ramo de flores y una chistera que aún conserva en su interior el As de corazones.


1 comentario: