miércoles, 25 de mayo de 2016

Adverbios de nocivo tiempo

Su obsesión espacio temporal le convirtió en reloj. Uno suizo, de precisión rigurosa, de mecanismo inclemente. Un maldito canalla que marcaba cada uno de nuestros pasos en su tic tac. Nuestros lugares de encuentro siempre fueron, por decisión suya, adverbios de tiempo; antes, después, luego, nunca, jamás… 
Probé cientos de artimañas para devolverle sus defectos, sus imperfecciones, el sabor amargo del caos, que tan dulce me parecía ahora. Probé a quitarle las pilas, parar sus manecillas pegándolas a mi piel, estropear su maquinaria; a golpes, a besos, a mordiscos… 
Mis deseos, además de infructuosos, cayeron en la desidia, como cae un suicida por propensión; despacio.
Mientras, pasó a ser un exiliado. El que afianzó nuestra rutina, fue el implacable SIEMPRE.

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