miércoles, 12 de diciembre de 2018

Y fueron felices


     Salieron juntos de la mano, felices, como las consabidas perdices, por haber firmado su separación. Ni terceras personas, ni problemas económicos, ni siquiera un cuñado incómodo. Fue la rutina. Ese saber qué va a decir antes de que pronuncie una palabra, la falta de improvisación año tras año, la ausencia de relaciones sexuales, en definitiva un cóctel que fue fermentando una historia de amor que parecía inquebrantable.
     Se sentaron en un banco, se miraron a los ojos y Cenicienta dejó caer al fin sus zapatos. El sonido del cristal fue la banda sonora del último beso. Posiblemente el único sincero.


Fotografía: Holly Andres

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