jueves, 5 de diciembre de 2019

AdHerida

En el acantilado, justo al borde del mar, la roca le implora a las nubes algunas gotitas para que su vetusta piel se erosione un poco más.
Sabe que es sólo con la lluvia, cuando la lapa se adhiere a ella con un leve cosquilleo y le hace sentir que no es de piedra.



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