A veces me imagino como una libélula, persiguiendo insectos en un campo de girasoles. Con el cuerpo frágil, estilizadas alas y ojos cubiertos por tupidos coladores que me impiden ver con claridad.
A veces me imagino como un girasol, persiguiendo las caricias de unas alas de libélula. Con el tronco erguido y la cabeza girando en torno al sol. Destilando espesas lágrimas.
A veces creo que debería tomar ansiolíticos, o dormir más.
Sabes que tengo debilidad por los campos de girasoles?? cuando paso por Castilla me fascinan, pero nunca se ha dado que pueda hacerle una foto a uno...algún día...
ResponderEliminarRespecto al relato me parece precioso, y no, no necesitas ansiolíticos ni dormir más...¿por qué evitar algo tan bonito como imaginarse eso?
(La foto me gustó mucho también)