Como una anguila, me escurrí entre las piernas de mi madre al nacer. Mi extrema delgadez no le hizo ni cosquillas en el parto. Broté esmirriado, famélico, enclenque; vamos, una birria.
Los pechos de mi madre fueron mi baluarte, dos cántaros de leche inmensos que, frente a todo pronóstico, me sacaron adelante.
Nunca sabré si fueron las mamas opulentas de mi madre, las de aquella mujer que Fellini nos mostró en Amarcord, o las de la Jurado, las que como una ola de espuma blanca y rumor de caracolas, me llevaron desde párvulo a desear siempre a mi lado a una mujer de senos grandes, descomunales; un escarpado y voluptuoso paisaje donde retozar mi menudo cuerpo.
Me casé con tres mujeres: Elisa, Felisa y Basilisa y no, no puedo decir que no fuera feliz. He amado, he reído y llorado, pero sólo ahora lo hago a mi manera. No me asusta el final a pesar de sentirlo cada vez más cerca, creo que al fin he encontrado el sendero; quizá sea por Bárbara, la nueva recepcionista del asilo, quien me aporta suficientes razones para seguir de pie, o al menos dos.
Esta es la propuesta para "Esta noche te cuento". Texto y comentarios AQUI
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