Así
como las de la sangre, las manchas de vino son difíciles de sacar. Marcelino Peláez
lo sabe bien. Regenta una tasca, que en época de matanza y acompañada ésta de
los mejores caldos, se llena de gente.
Pero no
es ese el motivo de que la cantina esté siempre repleta. Peláez tiene un gusto exquisito para elegir camareras.
Mujeres bellísimas, que ataviadas con esos vestidos blancos, hacen las delicias
de la concurrencia. La pena es que no duran mucho. Coincidiendo con los meses
más fríos, desaparecen.
- No era de buena cosecha, despedida. Contesta si le preguntan.
Relato para la copa ENTC, primera ronda. Podéis ver la competición aquí.
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