miércoles, 28 de septiembre de 2016

Negocios sucios

Le manchaba los dedos de harina al entregarle el paquete al chico que llegaba a las diez, al de las once y así sucesivamente hasta la hora de la siesta, momento éste en que las vecinas dejaban de atisbar por la mirilla el trajín diario de la Feli, que desde que se quedó viuda y con 4 churumbeles a sus espaldas, tuvo que sucumbir al trabajo negro de aquel polvo tan blanco con el que ellas siempre pensaron que hacía repostería.

Imagen: Peter Maurer

2 comentarios:

  1. Pobre Feli, tiene que buscarse la vida como pueda y parece que mal no le va después de todo. ¿No le tendrán las otras envidia?
    Un beso, Luisa

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  2. Qué historia tan triste y tan bien escrita. Me gusta que esté contado desde las cotillas.

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