miércoles, 24 de febrero de 2016

Todos los días de tu vida

Cada vez que le hablaba del último sobre rechazado en el cementerio se ponía como una fiera.

 -No puedes escribir allí. Nadie recoge cartas para un muerto.

 -Lo sé, amor, pero no puedo evitarlo, contestaba ya más tranquila. 

 La calma se deshacía nuevamente, cuando sus hijos entraban en la estancia y volvían a reñirla por seguir hablando sola.

Fotografía: Chema Madoz

2 comentarios:

  1. Yo creo que no hablaba sola, pero mejor no digo nada, no sea que me riñan también.
    Un abrazo, Raquel

    ResponderEliminar
  2. En pocas palabras dices mucho con lo que callas. Me ha gustado. Un abrazo.

    ResponderEliminar