-No puedes escribir allí. Nadie recoge cartas para un muerto.
-Lo sé, amor, pero no puedo evitarlo, contestaba ya más tranquila.
La calma se deshacía nuevamente, cuando sus hijos entraban en la estancia y volvían a reñirla por seguir hablando sola.
Fotografía: Chema Madoz
Yo creo que no hablaba sola, pero mejor no digo nada, no sea que me riñan también.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
En pocas palabras dices mucho con lo que callas. Me ha gustado. Un abrazo.
ResponderEliminar